La pluma de mi padre, en su ingrata soledad, se me hacía como una losa inquebrantable, afilado el puñal para mis hombros tan heridos. Ahora ya, los fantasmas yacen debajo y el día avanza con singular claridad. Démosle a este galgo la oportunidad de besar el horizonte, pues los colores ya se hicieron presa de él, anegándole de fresco dulzor las palabras.
Hoy llueve, no le daré las últimas pinceladas a mi galgo. Se las ha de dar la lluvia y, le dejará, los ojos henchidos de tránsito. Ni pondré trabas a los colores que me dieron la vida: la bruma, la tormenta, son posos fugaces como el desaliento y hay que seguir avanzando, sin dejarse el alma atrás. Quisiera despojarme de mi pesado disfraz de incongruencias, pues puede que en cualquier momento haya que partir y, llegue la hora trasnochada. Sin amargura, sin pesar, como rocío que danza en el alfeizar de mi ventana, espero poder aún beberme los últimos tragos de luz, tiznados con esas nubes acarminadas.
No quiero dibujar piruetas sobre la nada; prefiero hacer equilibrios, sobre la hora trasnochada. Huuumm, el día se va abriendo a duras penas, pero ya es una realidad tangible, avanza, y, ello retumba con grave sonoridad en mis entrañas. Por fin, ¡por fin he podido abrir la ventana para airear este acre olor a noche descarnada! Me viene, me arrasa, un leve olor a tierra mojada. Que descansen en paz las venas y, habiten en mí mil luciérnagas doradas de crepúsculo. El crepúsculo que amamanta, amamanta de sangre toda mi estancia.
OLEO SOBRE LIENZO 33X46
Hoy llueve, no le daré las últimas pinceladas a mi galgo. Se las ha de dar la lluvia y, le dejará, los ojos henchidos de tránsito. Ni pondré trabas a los colores que me dieron la vida: la bruma, la tormenta, son posos fugaces como el desaliento y hay que seguir avanzando, sin dejarse el alma atrás. Quisiera despojarme de mi pesado disfraz de incongruencias, pues puede que en cualquier momento haya que partir y, llegue la hora trasnochada. Sin amargura, sin pesar, como rocío que danza en el alfeizar de mi ventana, espero poder aún beberme los últimos tragos de luz, tiznados con esas nubes acarminadas.
No quiero dibujar piruetas sobre la nada; prefiero hacer equilibrios, sobre la hora trasnochada. Huuumm, el día se va abriendo a duras penas, pero ya es una realidad tangible, avanza, y, ello retumba con grave sonoridad en mis entrañas. Por fin, ¡por fin he podido abrir la ventana para airear este acre olor a noche descarnada! Me viene, me arrasa, un leve olor a tierra mojada. Que descansen en paz las venas y, habiten en mí mil luciérnagas doradas de crepúsculo. El crepúsculo que amamanta, amamanta de sangre toda mi estancia.
OLEO SOBRE LIENZO 33X46
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